lunes, 25 de octubre de 2010

Mi autobiografía original...

Cuando me pongo a pensar sobre mi autobiografía escolar, lo primero que viene a mi mente fue mi frustrado primer día de clase. Ya estaba lista, con mi delantal blanco, y de pronto, el malestar y los chuchos de frío que venía sintiendo desde la mañana, se transformaron en fiebre muy alta…la cuestión era que estaba con sarampión!! Por este motivo tuve que comenzar unos cuantos días después y con bastante nerviosismo, recuerdo haberme sentado en el último banco, bien lejos de todos los demás. A pesar de este traspié inicial, no tuve problemas para adaptarme, me encantaba ir a la escuela, vivía en una eterna competencia con una compañerita (que supe que fue docente) por ver quien tenía las mejores notas, nuestro amor propio no nos permitía que “la otra” tuviera un punto más.

Los años que siguieron no me han marcado con demasiados recuerdos significativos en lo que se refiere al aprendizaje, por lo menos en la escuela.

Lo que sí tengo guardado en mi memoria, son las sobremesas, después de la cena, con mi papá, quien le pedía que me haga preguntas, sobre todo de geografía, materia que me apasionaba, supongo que tendría alrededor de diez años, ese era un “juego” que teníamos entre los dos.

Ya en el secundario, valoré y valoro la manera de enseñar de la profesora de matemática de primer año, era muy clara con sus explicaciones, y hacía que lo difícil se vuelva obvio, aunque le “gustaba” mucho mi apellido, y cada vez que tomaba su libreta me llamaba al pizarrón, debo reconocer que esa presión que ejercía hizo que yo aprendiera mucho más y que mis notas fueran muy buenas en matemática, cosa que nunca más sucedió.

Ya en tercer año, debo resaltar la labor del profesor de Anatomía, él era un médico del barrio, muy respetado y querido por todos. Nunca nos pidió un libro, se limitaba a dictar lo que suponía que era necesario, y cuando tomaba un examen, pedía que fuésemos textuales, ni una coma de más. A pesar de que era sumamente exigente, todos teníamos muy buenas notas. Pero lo que más quiero rescatar, es que, por lo menos una vez por mes, nos dictaba alguna clase “especial”, muchas veces acerca de sexualidad, si en el día de hoy es un tema difícil de tocar en el ámbito escolar, imagínense lo que era en el año 1978, plena dictadura. Recuerdo que la vicedirectora venía a echarnos del aula, porque ya había entrado el turno tarde y nosotros seguíamos con el profe, no queríamos que su clase termine.

Lo que restó del secundario lo pasé sin mayores problemas. Luego comencé a estudiar Derecho en la Universidad de Morón, pero evidentemente era más por mandato familiar que por propia vocación, y antes de los dos años dejé la carrera.

Desde ese momento, y hasta que retomé mis estudios en el CBC, pasaron veinte años, fue cuando mi cuarto hijo todavía no tenía un año, que decidí que no podía seguir sin estudiar, y comencé, no sin cierto temores, pensaba por momentos que no iba a poder cumplir, pero volvió a surgir ese amor propio de primer grado y pude culminar y obtener el título.

De mi paso por el CBC, rescato las clases de Biología que daba Manuel Alonso, brillante docente, hoy en día titular de la Cátedra, y sé que sigue investigando sobre didáctica de la Biología, es un apasionado de lo que hace, y lo trasmite, sus clases, a pesar de los temas complicados que tocan, siempre fueron esclarecedoras, con muchos ejemplos y gráficos en el pizarrón. En algún momento, mientras cursaba, pensé en cambiarme de carrera, de tanto que hizo que me gustara la biología.

Y como último ejemplo de docente que ha marcado mi biografía escolar, debo nombrar a la docente de Psicología Educacional, es por ella que hoy curso el Profesorado, no tanto por la docencia como una meta personal, sino por aprender un poco más acerca de la Educación, los intrincados procesos de enseñanza aprendizaje, las dificultades que se suscitan en los ámbitos escolares. Esta docente, que trabaja en integraciones escolares, me ha trasmitido su amor por lo que hace y ha despertado en mí el interés por la Educación, y en particular, por la Especial. Si en algún momento de mi vida, anterior al cursado de esta materia alguien me preguntaba si pensaba en la docencia, mi respuesta hubiera sido absolutamente negativa, nunca pensé que pudiera tener condiciones para enseñar, pero al ir transitando por este profesorado, al que como antes dije no ingresé por el hecho de poder dar clases, sino de aprender sobre educación, puedo ahora afirmar que me resulta apasionante el hecho de poder estar frente a un grupo de alumnos y poder trasmitirles aunque sea un poco de lo que uno conoce. Estoy también transitando las prácticas, y es conmovedor ver las caras de los jóvenes cuando por fin, algún concepto que parecía difícil pudo ser comprendido!

Así que ahora es el momento donde puedo resignificar todo aquello que me fueron dejando mis profesores, todo lo que intentaron trasmitir, incluso ahora entiendo un poco más también a aquellos que no dejaron tan buenos recuerdos. De todos puedo aprender, tomar lo que me parece provechoso, descartar aquello que en su momento incomodaba. Desde la manera en que uno se posiciona dentro de aula, hasta la manera de evaluar. Ahora puedo tener una mirada más crítica que entonces…

Esta autobiografía, en donde abunda solamente la experiencia desde mi rol de alumna, podrá ir creciendo a medida que vaya incursionando dentro del área docente, de donde espero obtener tantas satisfacciones como las obtuve con estos profesores que han dejado en mí una huella imborrable.